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Un rescate al fondo de una alcantarilla que se transformó en una historia de amor

La madrugada del 3 de agosto una denuncia alertó sobre el hallazgo de una perrita abandonada al fondo de un tragante en Soyapango. De inmediato, y con apoyo de Protección Civil, se procedió a rescatarla y llevarla al centro de resguardo del CAM. Fue en este sitio donde cambió por completo su vida.

Un mensaje llegó a los equipos del Instituto de Bienestar Animal (IBA) que alertaba sobre la presencia de dos cachorritos en un tragante, se pronosticaba lluvia y la angustia era sacarlos de ahí, antes de que ocurriera una tragedia.

“Póngalos a salvo” ordenó Guillermo Hasbún, presidente del IBA, y de inmediato un equipo operativo se dirigió a auxiliarla. Al final se comprobó que no eran dos perritos sino una, y además adulta, que se hallaba al fondo de la alcantarilla.

Luego de que Protección Civil la rescatara, la perrita fue llevada al CAM para revisarla y resguardarla de todo peligro.

En la sede del CAM, la agente Julia Núñez se hallaba de turno, se acercó a ella para brindarle comida y cuando se miraron, conectaron de inmediato. “Sus ojitos me decían, llévame contigo”, cuenta Julia.

Tres días después y luego de cumplir todos los requisitos de adopción que detalla la Unidad de Adopciones del IBA, Pecky, como fue bautizada, inició su nueva vida junto a la familia de Julia.

Una nueva vida para Pecky

Hoy, esta diminuta perrita, mezcla de pequinés y french y de aproximadamente cinco años, corre feliz en su nueva casa, los dos hijos de Julia, de 10 y siete años, son sus más entusiastas compañeros de juego y Pecky es la consentida de todos.

Julia asegura que es “su niña chiquita”. Le canta, le hace cariñitos y permite que la acompañe a todas partes.

Pecky aún tiene bajo peso, pero ya se libró de las garrapatas que la afectaban cuando fue hallada en el tragante y sobre todo, de sus miedos. Su dueña planea esterilizarla pronto y mantenerla lo más sana posible.

“Cuando llegó, Pecky se quedaba en un rinconcito y temblaba de miedo, cuando le hablábamos se orinaba de angustia, pero ahora es otra. Anda corriendo por todos lados y es súper dulce y obediente”, cuenta Julia.

Es el amor, tanto de Julia, como de su familia, lo que permitió que Pecky se haya librado de todos sus miedos y traumas y ahora sea una canina juguetona y tranquila.

“Decidí adoptarla porque la vi que venía demasiado mal, le vi sus ojitos que me decían ‘llévame contigo’ y me ganó de inmediato. Yo les diría a las personas que abran su corazón a los animalitos de la calle y les den un hogar, ellos merecen una segunda oportunidad”, concluyó la agente del CAM.